George Clooney (Kentucky, 1961) es un actor americano que ha logrado transcender como otros, las pantallas chicas de los televisores (ER) a la gran escena hollywoodense, como astro de taquilleros films (The Perfect Storm, Ocean Eleven) y bodrios (Batman y Robin, quizás lo más vergonzoso de su carrera); que sin embargo –y a diferencia de otros famosos-, ha ganado consistencia y madurez en films de intrincada crítica ya sea política, moral y de mirada intimista o de autor (Syriana, Michael Clynton, Solaris, Fantastic Mr. Fox); llegando a darse el lujo de sacrificar taquilla por historia; y entregando propuestas interesantes desde el punto de vista del arte que desarrolla: el cine
Las películas del género de asesinos a sueldo han sido una apuesta segura para productores y casas de distribución; desde la famosa serie de James Bond -el más célebre y sofisticado asesino con licencia para matar-; el amnésico Jason Bourne hasta auténticos arrebatos de adrenalina sin sentido, de títulos que no vale destacar por sosos y predecibles.
El americano (Anton Corbijn, 2010), conjuga en una sola cinta el género de las películas de asesinos a sueldo -al estilo de León el asesino (The professional)-; con la dinámica y estilo de la narrativa del cine europeo por contemplativo, limpio e intelectual por la sola historia y la presencia de la imagen. Un hombre solitario (Jack, quizás no sea su verdadero nombre), es un frío asesino y refinado artesano de la armería, que tras esquivar un intento de asesinato es enviado por su contacto a desaparecer en una hermosa campiña italiana, con la advertencia de no involucrarse afectivamente con nadie y a encargarse de un nuevo trabajo que consiste en preparar un arma clandestinamente sin dejar rastros a los fines de servir a un asesinato, ya no ejecutado directamente por él. De sentimientos impenetrables, en el trayecto conoce una prostituta de quien se enamora y por quien decide salir de la vida asesina, una vez completado esta última asignación.
¿Le suena a lugar común? Debe creerme cuando le aseguro que la forma como se desarrolla en adelante la cinta, no lo es.
El director maneja con tino los clímax dramáticos de la historia, entre las bellas tomas de la campiña italiana de calles y fachadas con escaleras intrincadas; planos idílicos de nuestro asesino taciturnamente sentado en una cafetería casi solitaria al anochecer, para terminar siendo testigo de la forma milimétrica y ritual con la que reúne y construye todo los elementos para el arma del último trabajo. Los diálogos son los necesarios para entender la acción, y cómo película es un ejercicio distinto del género que si se observa sin las expectativas basadas en acción trepidante y explosiva, patadas voladoras y frases trilladas, es disfrutable como el vino al contemplar con la misma parsimonia el fondo del rural italiano. Clooney está soberbio como el asesino Edward (¿acaso este es su verdadero nombre?), y sin ser una película de excesos, supone en un final inexorable por fatal, la posibilidad abierta de acuerdo a la sensibilidad de cada espectador. La película es muy recomendable. Véala solo si no está apurado y tiene paciencia para dejarse seducir por la historia e incluso el americano Clooney; de lo contrario le parecerá interminable y no la valorará.